¿POR QUÉ NO LOS ENJUICIO?

Posted on septiembre 24, 2011

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El miércoles 21 de Septiembre, en una entrevista en Radio Pública, el secretario de Comunicación Fernando Alvarado afirmó lo que hasta ahora todo el aparataje de la SECOM (con Spots, documentales, noticias de prensa) solo insinuaba en su propaganda: que «atrás» del 30-S estaba mi padre, Carlos Vera. Es decir, que Carlos Vera fue uno de los mentores o responsables de los hechos ese día. Cansado de escuchar esa calumnia desde todos los medios oficiales, reaccioné de manera agresiva contra el secretario de comunicación, llamándolo «rata mentirosa» en twitter. Cabe aclarar que luego asumí mi exabrupto y retiré mi insulto, disculpándome con las ratas por semejante comparación.

Traté de convencer a mi padre de que tome acciones legales contra este individuo, que en realidad no es más que un peón que ha sabido sacarle el jugo al poder. Pero mi viejo, mucho más sabio, me escribió esto, una especie de artículo/carta que hago pública en mi blog.

Termino la semana consciente de los riesgos de confrontar a gente como esta. Pero orgulloso y en paz de no ceder ante el temor, ni agacharle la cabeza. Compártanla.

Por: Carlos Vera Rodríguez

Porque gano sin hacerlo. Y perderé seguro si lo hago. Mi honra, mi honor no necesitan de una sentencia judicial, peor de esta justicia cuasiparcelada por Correa, para seguir incólume. Y así lo está ante Dios, ante mis padres, ante mis hijos, ante mis amigos, ante la gente valiente y decente de este país, el mejor jurado, el máximo tribunal.

A quienes dudan, los comprendo. No me conocen. Están permeados solo por la calumnia, la propaganda y la mendacidad. Y a quienes me acusan, los compadezco: ninguno ha trocado las conjeturas en pruebas; los infundios en documentos; las verdades a medias en verdades completas.

Ejercí el periodismo –con intervalos- durante 32 años y NADIE, jamás, pudo iniciarme un juicio por vicios o faltas de cualquier índole en mi tarea profesional.

Algunos lo pensaron. Otros amenazaron. Ninguno se decidió. ¡Ni una sola querella siquiera por difamación o falsedad tuve!

Cometí errores. Tuve excesos. Me faltó rigurosidad. No fui imparcial nunca; si fui objetivo y pluralista. Apuré conclusiones. Presioné por respuestas. Interrumpí ante las evasivas. Exigí concreción. Fui irreverente y más de una vez, sin duda, irrespetuoso. Pero siempre veraz. Siempre Vera. Cuando erré, rectifiqué. Varias veces me tocó pedir disculpas hasta por equivocaciones que no eran mías, sino de mi equipo, e incluso del canal (Ecuavisa se negó a disculparse con Fernando Aguayo por poner su imagen sobre un texto que hablaba de corrupción; me disculpé yo por un reportaje que no era mío pero pasó “mi” canal!).

Estuve lejos de ser infalible, pero más lejos aún de ser irresponsable. Respondí por mis opiniones, informaciones, programas y colaboradores. Y lo sigo haciendo.

 ¿GOLPISTA? GRACIOSO

La calumnia de que soy “golpista” no es nueva. Y resulta relativamente suave con relación a otras: “terrorista”, según Febres-Cordero, quien me acusó de pertenecer a Alfaro Vive. Vendido, según Bucaram, desde Panamá, por informar que en la cafetería del Hilton Colón estuvo su hijo Jacobo durante el atentado al “Bolillo” Gómez. Y así… no los canso con más ejemplos.

Correa bate, desde luego, el récord de lo soez, infame y cobarde: sostuvo que en 1993 conoció un acto de corrupción repudiable mío cuando fui ministro de Información y Turismo (la fiesta cuya invitación hablaba de “el regalo”, no como antes de mi regalo, pues era para donarlo, pero no lo dije) y sin embargo, 12 años después, me tuvo al frente y calló. ¿Se olvidó? Calló también en el 2006, cuando elogió mi periodismo, me quiso tratar de “compañero” y hasta agradeció mi apoyo y el de Ecuavisa. ¿Amnésico? No. Cobarde. Oportunista. Y maniqueo: como yo lo impulsaba, ignoró mi supuesto acto de corrupción. Y cuando lo recordó, ante mi crítica creciente a sus atropellos, lo paré con un video y un recorte de prensa en donde probaba que los fondos (13 millones de sucres) fueron donados al programa social “Mi Caleta”, del padre Eduardo Delgado.

Seguí aclarando infundios: que tenía yo un yate. Mostré la foto de lo restante de él: un bote de 5x 1.60 mts. sin motor, sobre un tráiler oxidado. Y siguió: “delincuente peligroso; loco; mentiroso”. Otras ofensas pretendían mofarse de mi 1.70 mts de estatura, convencido de que lo alto equivale a lo grande.

NO TOLERA RESPUESTA

Hasta que le devolví la sorna: “Usted, por sus ademanes en cambio, sería la Pitufina”.

¡Estalló Carondelet! Prohibición general de ir a mi programa y orden de persecución total. “Quiero verlo quebrado como cuando salió de TC”, fue su sentencia en la Gobernación del Guayas.

¿A esas acusaciones falsas, tan evidentes, voy a impugnar en juicio? ¡No! Las rebato con mi vida.

Lo de golpista es aún más descabellado: consta en mis tweets del 30-S que así como respaldé el reclamo policial rechacé el maltrato al tirano y la opción de empujar los hechos hacia su derrocamiento.

No regresé a Quito para encabezar a cierta gente que pedía por redes sociales un líder para botarlo.

Fui fiel a lo escrito en El Comercio en el 2008: derrotarlo, no derrocarlo.

Aprendí la lección de la caída de Gutiérrez, otro dictador, cuya salida –SALIDA- impulsé abiertamente y se produjo sin un solo tiro, un solo muerto: solo con presión popular. Eso no fue un golpe: a una dictadura no se le da un golpe; una dictadura es la que da un golpe; es como hablar de volver líquida el agua. El golpe lo dio Gutiérrez al disolver la Corte Suprema, una facultad que no le otorgaba la Constitución.

Y a pesar de ello, y varias trafasías, volvió víctima; fue a una celda acompañado y resguardado; se tornó en héroe-víctima, ante lo cual mucha gente lo excusó y respaldó. Es ahora una opción política. No acabó como debía: en manos de un juicio justo.

Entonces, por convicción y por experiencia, no apoyo revivir a Correa como se hizo con Lucio. ¿Está claro?

HÁBILES PERO FALSOS

Las otras conjeturas que repite el valiente (ahora que anda blindado) de Fernando Alvarado Espinel o emite, para que repita su patrón, porque actúa ante él como peón (lo humilla y se inclina), son hábiles pero no creíbles:

  • Que quienes irrumpieron el 30-S en ECTV estaban en mi tarima y concentraciones… algunos, ¡sí! Se ve en los videos. Varios acudieron a mis manifestaciones de El Arbolito por 1era vez; otros, los conocí ese día. Era una convocatoria a toda la oposición. Pero eso no me vuelve líder de sus incursiones y menos capataz que les ordena, como hace Correa con el dúo de prósperos hermanos Alvarado Espinel en Carondelet.

  • Que di declaraciones en la línea golpista en un canal de UHF de Latacunga. FALSO! Fue exactamente al revés: alguna gente me exhortaba por redes sociales a liderar un derrocamiento y yo me negué públicamente. Golpista, para estos fascistas, es combatir su dictadura.

  • Que una asistente mía llamó muchas veces ese día al teléfono de un colaborador de Lucio Gutiérrez… ¡torpe! Se descubrió. ¡Pero espió a la persona equivocada! Torpe. Fue quizá a una señora que saqué de mi movimiento porque acudió a plantear alianza a Lucio sin que yo lo conozca, autorice o apruebe. ¡Ella no es mi asistente, bobalicón!

Las otras acusaciones son de esa laya. ¿De ellas quieren que me querelle en la certeza de que forjarán pruebas y pagarán jueces o los promoverán para darles la razón? Absurdo.

HONOR FRÁGIL

No tengo tiempo ni paciencia para desperdiciar en una justicia degenerada, devaluada y devastada.

No tengo dinero para pagar los mínimos costos que un abogado a tiempo completo demandaría y los gastos de las diligencias.

No necesito ser absuelto por una justicia condenada.

Mi reputación ha resistido más de 3 décadas pero nunca ha enfrentado como ahora una campaña masiva, pagada con plata de los ecuatorianos, destinada a combatir delincuentes y no inocentes.

Solo el honor de un veleidoso con pasado penoso, presente corrupto y futuro de vergüenza es tan frágil que lo vulnera un solo artículo de opinión. ¡Uno solo! El mío seguirá solidificándose con cientos de esos, escritos por adulones del dictador, cultores del “socialismo” totalitario (porque hay uno democrático) o amamantados por las prebendas de un estado que somete cada día más pobres a la dependencia en lugar de procurar su independencia.

¿Duele? Sí

.¿Agota? NO

¿Indigna? También

¿Molesta? Cada vez menos

¿Sorprende? ¡Para nada!

REBATO Y COMBATO

Mi respuesta es seguir aquí. Quizá me quiebre pero no me doblo. Me quedé sin canal, no sin voz. Combato en ámbitos muy reducidos pero mejor correspondido por gente que comparte mis principios. Trabajo en mis asesorías. Vivo de mis informes. Mantengo la fe. Rescato el optimismo. Y rebato, cuando es necesario, los ataques de funcionarios que se sintieron valientes solo cuando fuerzas especiales los protegieron mientras otros denunciamos siempre la corrupción desde 1975, tiempos en que el tirano de hoy y sus lacayos negociaban o justificaban su silencio en ser apenas estudiantes de secundaria o universidad, precisamente, la mejor trinchera para luchar por la democracia.

Por último, más de uno alguna vez habrá creído o sentido que mis expresiones fueron calumniosas o al menos ofensivas e infundadas. Sería una inconsecuencia con quienes tuvieron esa tolerancia e incluso llegaron al perdón hacia mí, enjuiciar yo a quienes merecen ahora lástima, más que desprecio.

Ponerle precio a mi honor en un juicio es repugnante, pero resulta requisito judicial. Su valor es inconmensurable. Solo el de Correa es tan barato que lo calcula con ingresos presupuestarios y no personales para que parezca caro. Y aún así, 80 millones de dólares no reponen la dignidad cuando se la ha perdido por hacerse el secuestrado y olvidar que contra un hospital no se debe disparar ni en tiempo de guerra.

Me niego a tasar el daño supuesto a mi honra en dólares; eso se cobra y repone con verdades. No acostumbro hacer fortuna pasando de calumniador a calumniado por una coyuntura eventual de poder. Que viva así el incapaz de ganar como profesional más de $6000 mensuales.

Tuve la libertad de ejercer el periodismo con suficiente independencia en muchas ocasiones. Respeto la libertad de injuriar por error o perversidad incluso, consciente de que el mejor fallo ante esos abusos se da en poco tiempo, se consagra en la historia y está grabado indeleble en el corazón de la gente lúcida y democrática de este país. La masa lo entenderá inevitablemente. Y una reducida minoría siempre quedará acomplejada, evidenciada, vengativa, hundida y manchada en el propio fango que tantos años supieron crear como hábitat ideal para su porquería y porqueriza.

¡Por eso no los enjuicio, Carlos Andrés!

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